A primeros de julio vi una noticia en el facebook de Pixies que hizo que enviara un e-mail a Antonio y dos compis musiqueros (Fernando y Patri) con asunto: AAAAAHHHHHHHHH y las fechas de dos conciertos que celebrarían el 7 y 8 de noviembre. Antonio me dijo que estaría de viaje y no podría verlo. Patri y Fer, como no son seguidores, no entendían mi nerviosismo para comprar las entradas. Entradas caras. Si no eres fan igual no te merece la pena gastarte el dinero. Todo fue un ardid de Antoñito que, nada más verlo, compró las entradas con la intención de regalármelas a mediados de agosto. Pero ante mi insistencia y casi amenaza con comprarlas para su concierto de Lisboa el fin de semana del 9 de noviembre, se vio obligado a desvelarme el secreto: el 7 de noviembre debería buscar canguro para los peques porque nos íbamos de concierto.
Como casi siempre, conocí a los Pixies por Miguel Ángel. Fue él el que me decía que iba a verlos al Pabellón del Real Madrid. Fue él el que salió del concierto alucinado y con ganas de más. Yo de aquella no los conocía. No los había escuchado. «Son bastante bestias, no es Lito Vitale» me decía. De esos conciertos en los que te desfogas y desgañitas y sales como nuevo. Siempre menciona que, después de dos horas de concierto no había manera de que abandonaran el escenario y, con las luces del recinto encendidas, tocaron ni más ni menos que Tame (mucho grito y guitarreo). Eran jóvenes.
Poco después de esto decidí escucharlos y me convertí en una auténtica fan: cassette en el walkman y a todas partes conmigo. Necesidad de aprenderme las canciones. Grandes Pixies.
El grupo se separa. Uno de tantos. Qué se le va a hacer. «Siempre nos quedará París».
Y yo que me doy cabezazos por no haber conocido a los Pixies antes y haber ido a aquel concierto con Miguel Ángel y Roberto.
Pasa el tiempo y, como suele ocurrir, la banda decide reunirse de nuevo. «Necesitarán dinero» pensamos muchos. Festivales en los que nunca coincidimos. Y oyes a los amigos que sí los han visto en más de una ocasión que salen, tocan y ya. Sin emoción.
A mí me da igual. Pixies era una de esas espinitas que tengo clavadas. Necesitaba verlos.
Ayer estuve nerviosa todo el día. Fue un día normal: trabajo, niños, parque, baños… a la hora de la cena apareció una sobri de Antonio junto con una amiga y su hermano para apoyo logístico con los peques. Antonio y yo nos marchamos a La Riviera. Paseo en moto los dos solos. Como en los viejos tiempos. Pasar por nuestra antigua calle: Juan Duque. Donde vivimos durante un par de años. Tantas emociones. Y llegó el momento. Cuando entramos a la sala, no había mucha gente porque tocaban los teloneros. Un grupo que no conocía y que se llama aaak.
De repente la sala se llena de gente y salen los Pixies con bajista nueva.
Empezaron con mucha energía y sin parón entre canción y canción enlazaron una con otra. Para calentar al personal. Un hit detrás de otro. Y el público entregado.
Me hizo mucha ilusión que tocaran Levitate me. Si en este blog te vas a la pestaña de «about» leerás Come on pilgrim you know he loves you. Y si estos meses consultas el estado de mi whatsapp leerás You can levitate me. Ambas frases corresponden a la canción Levitate me. Y me sorprendió lo bonita que hicieron la canción que da nombre al post de hoy: la la love you.
Grité, salté, y disfruté como hacía tiempo. Me acordé mucho de Miguel Ángel y de Rober. Disfruté de mi rato en pareja con Antonio. Qué puedo decir. Fui feliz.
Aquí podéis ver algunas críticas del concierto:
http://www.elmundo.es/cultura/2013/11/08/527c6b090ab7404c178b4580.html
http://www.20minutos.es/noticia/1970772/0/concierto-pixies/madrid/historia-viva/
y aquí el set list
En este enlace podéis escuchar La la love you, y más abajo leer la letra. Que paséis un feliz fin de semana
http://www.pixiesmusic.com/song/la-la-love-you/
whistle yeah