Pensamientos

Vengo de dar un paseo

Pues sí, me he calzado las zapatillas. Las mallas (que desde hace un año son casi mi uniforme) y, aprovechando que Martín y Bruno estaban con Antonio en el parque y Diego jugando con los amigos también en el parque. Me he ido a caminar

Me he puesto también los cascos. Unos cascos maravillosos que hacen que no oigas nada de fuera. Así que me han acompañado a la ida Primal Scream y a la vuelta Phoebe Bridgers y Fiona Apple

Y he visto…

He visto una niña muy pequeña montando en un monopatín

gente girándose al ver a un chico con el pelo fosforito

dos chicos con el mismo collar unidos por una cadena (y he pensado al verlos que ojalá no les pase nada)

una pareja de ancianos caminando despacito de la mano

una señora con su andador y una mujer a su lado

paneles solares y un huerto urbano

la ermita donde me casé

la urbanización donde vivieron Natalia y Javier (y he pensado que yo he estado en la piscina de esa ‘urba’)

dos policías montando en bici que le han dicho a un ciclista con un gesto de la mano que vaya más despacio

una chica con una camiseta de Oceana (me gusta su cuenta de twitter y por eso la he reconocido)

niños con rabietas, niños sin rabietas, familias, amigos.

he visto patos

he visto el río y un lago

unos árboles que reflejaban la puesta de sol

también unas terrazas rojas con esa luz tan especial

y he pensado en la palabra ‘ocaso’ pero me resulta triste y el momento no lo era

he vuelto. O eso creo

Casa de campo. Domingo 4 de abril de 2021
cumpleaños, Diego, Pensamientos

Un treinta y ocho

Diego ha cumplido 10 años. ¡DIEZ!

Créeme que intenté contarte esto ayer, pero me fue imposible. Un poco como homenaje al cumpleañero, escribir esto en su día, pero no encontré el rato.

Tampoco hicimos nada especial: fue un día rutinario, con su cole, su fútbol, su examen de mates y sus deberes. Pero, como todos los 6 de febrero, despertó al son de «cumpleaños feliz» y vivió su día como protagonista absoluto.

Por la noche, bizcocho sin huevo y soplar velas.

El pasado miércoles, volviendo del logopeda, le pregunté cuál era su balance de sus primeros 10 años y me contó que estaba bien: le habían puesto en un equipo preferente, nunca había suspendido, …

Y yo pensaba en todo lo que a Diego se le escapa en ese balance: desde sus primeros días, meses, años… ver esa pequeña evolución a lo que es ahora -y lo que aún le queda- en lo que a autonomía se refiere, y responsabilidad. Porque aunque a veces, como veinte diarias, me desespera que no recoja, no puedo evitar sentir adoración por este personajillo.

Ayer puse una foto que sacó su prima Inés con unas horas de vida: una foto de su pie. Con el texto «y de repente, calzas un 38».

Y sí. De repente.

Te deseo un feliz fin de semana y te dejo la música que escucha Diego