Diego ha cumplido 10 años. ¡DIEZ!
Créeme que intenté contarte esto ayer, pero me fue imposible. Un poco como homenaje al cumpleañero, escribir esto en su día, pero no encontré el rato.
Tampoco hicimos nada especial: fue un día rutinario, con su cole, su fútbol, su examen de mates y sus deberes. Pero, como todos los 6 de febrero, despertó al son de «cumpleaños feliz» y vivió su día como protagonista absoluto.
Por la noche, bizcocho sin huevo y soplar velas.
El pasado miércoles, volviendo del logopeda, le pregunté cuál era su balance de sus primeros 10 años y me contó que estaba bien: le habían puesto en un equipo preferente, nunca había suspendido, …
Y yo pensaba en todo lo que a Diego se le escapa en ese balance: desde sus primeros días, meses, años… ver esa pequeña evolución a lo que es ahora -y lo que aún le queda- en lo que a autonomía se refiere, y responsabilidad. Porque aunque a veces, como veinte diarias, me desespera que no recoja, no puedo evitar sentir adoración por este personajillo.
Ayer puse una foto que sacó su prima Inés con unas horas de vida: una foto de su pie. Con el texto «y de repente, calzas un 38».
Y sí. De repente.
Te deseo un feliz fin de semana y te dejo la música que escucha Diego