Anoche vi Top Chef.
Antonio está de viaje y mi madre (benditos padres) se queda en casa por si pasa algo y para ayudarme por la mañana.
Como no había Downton Abbey para ver -nos encanta ver esa serie juntas- hablamos del día, de los peques y la tele de fondo. Mi madre puso un concurso que le gusta: Top Chef y nos quedamos viéndolo. A mí personalmente no me gustan los concursos y éste tampoco pero sucedió que en la prueba de los postres uno de los cocineros hizo una tarta y para adornarla cocinó almendras garrapiñadas.
Vinieron a mi memoria las visitas a mis abuelos Juan y Trini en Sobradillo. La lumbre, las almendras garrapiñadas. Empezamos mi madre y yo a hablar de cómo se hacen, recuerdos de puchero cocinado en la chimenea, advertencias serias a los niños -mis primos y yo- de no acercarnos a la sartén de las almendras.
Fue un rato muy agradable. Bonita nostalgia. Los abuelos, el pueblo, el frío en Semana Santa, las fiestas por Santiago.
Así que hoy os voy a dejar la receta de las almendras garrapiñadas por si os animáis. Yo no he vuelto a probar ninguna como las de mi abuela; pero esto era de esperar, ¿no?
ALMENDRAS GARRAPIÑADAS
- 200 gramos de almendras tostadas y con piel
- 250 gramos de azúcar
- un cuarto de litro de agua
En una cacerola ponemos el agua, el azúcar y las almendras. La ponemos a fuego medio y el azúcar se irá disolviendo en el agua y ésta irá tomando el color de la piel de la almendra. Dejamos a fuego medio hasta que el almíbar que se forma empiece a hervir y se llene todo de espuma.
Bajamos el fuego sin que pierda el hervor y vamos removiendo con una espátula de madera. El agua se va evaporando y el almíbar reduciendo.
Cuando está seco y arenoso subimos un poco el fuego sin dejar de remover para que el azúcar se vaya caramelizando. Cuando el caramelo esté pegado a las almendras, las sacamos sobre un papel de hornear. Separaremos las que se hayan quedado pegadas (con cuidado de no quemarnos). Dejamos que se enfríen y a comer.