Cine, finde, Pensamientos, recomendación

But you are Ma

Hola, ¿Qué tal va todo?

Estoy viendo que marzo ha pasado su ecuador y no sé dónde se me van los días. Por un lado viajes de Antonio, pero si lo pienso nada ha cambiado nuestra rutina.

Los peques siguen sus horarios sin ser muy conscientes del parón de Semana Santa. De momento, las últimas semanas no hemos ido a la piscina (van dos veces en semana) y sinceramente ha sido un regalo que nos hemos hecho todos… os cuento

Los lunes y miércoles Diego, Martín y Bruno salen del cole a las cuatro de la tarde, entran en el coche, meriendan y los llevo a la piscina. Martín y Bruno entran en el agua a las cinco y Diego a las cinco y media. Mientras Diego nada yo ducho a Martín y Bruno. Sobre las siete de la tarde llegamos a casa: ya duchados y cansados.

El plan no está mal. Lo escogimos así porque a Diego le han metido en un grupo muy chulo que le puede venir muy bien. Si recuerdas, Diego tiene Perthes y no puede correr-saltar. El deporte es importante, pero sólo puede nadar o montar en bici y esto último con cuidado de no caerse.

Diego lleva tiempo quejándose de la piscina. Se cansa, dice. Se aburre la media hora que tiene que esperar para entrar. Yo lo entiendo. Además es un rato donde repito el «vaaaamos que llegamos taaaaaarde» que tanto odio.

Hubo una semana en la que los peques -los tres- solaparon fiebres. Así que faltaron esa y la siguiente a modo recuperación ya que, pese a estar bien, no estaban al 100%. Y la siguiente semana mi padre estaba de vacaciones y dejé que disfrutaran del abuelo tal y como hicieran los dos cursos anteriores. Los ritmos han cambiado: no ha habido prisas. Hemos salido del cole para ir a jugar al parque y algún día incluso a patinar al río. Diego no paraba de decir «es el mejor día porque….» y enumeraba lo que le había pasado.

Desafortunadamente para ellos después de la Semana Santa volveremos a nuestra rutina, piscina incluida. A Diego ya le hemos explicado lo importante que es nadar para él. Lo entiende. Y le he prometido que el curso que viene no irá tanto a la piscina: prefiero que vaya menos y contento a que odie ir (cosa que está empezando a pasar).

En cuanto a Martín te diré que sigue dando pasos de gigante. El logopeda que lo atiende en Atención Temprana está muy contento -y yo con él- porque según me cuenta ha avanzado mucho en su lenguaje espontáneo. Yo me doy cuenta. Y también me doy cuenta a la hora de elaborar frases más complejas. De sentirse más seguro. Esta semana se reunió con el equipo que le atiende en el cole y valoraron quitarle una sesión y dejarlo en clase con sus compis y con apoyo en el propio aula. A mí me pareció una noticia estupenda.

Y Bruno sigue sintiéndose muy mayor hablando de sus compis del cole.

Ambos, Martín y Bruno, me preguntan si son mayores para reafirmarse. Ser mayor es un grado para ellos.

Hoy han empezado las vacaciones de Semana Santa y han dormido con mis padres. Diego se negó en un principio, pero al final casi que le obligamos-convencimos porque era la mejor opción: no hacíamos madrugar ni salir de casa a las siete de la mañana a nadie. Y sería solo durante una noche. El motivo por el que no quería dormir con los abuelos era simple y llanamente porque no estaba yo.

Anoche, después de haberlos dejado en casa de mis padres, disfruté de una una peli que tenía muchas ganas de ver desde hacía meses. Llevaba siguiéndole la pista desde el Festival Internacional de Cine de Toronto hasta la pasada edición de los Oscar: The Room.

El artículo definitivo que hizo que quisiera verla fue éste (atención a los Spoilers). Poco podré contarte que no hayas visto/leído de esta película. Había leído tantísimo de ella que tenía la sensación de que iba a haberla visto ya y nada más lejos de la realidad. Me mantuvo en tensión el principio, sacó mi sonrisa y mis lágrimas. Entendí tanto el personaje de Joy. Disfruté tanto el personaje de Jack. Agradecí tanto que no se regodearan en el morbo del personaje del viejo Nick; Que fuera un secundario.

Y pensé en esa habitación. En como el medio hostil en cierto modo puede resultar «seguro» en alguna ocasión. Me explico: una vez salen de la habitación los mundos tanto de Joy como de Jack cambian. El de Joy en cierto sentido se desmorona.

Entiendes a Joy. Ves su instinto de protección, sus cambios de humor, su estallido emocional. Su preciosa, preciosa relación con Jack. Su manera de calmarle/disculparse con él mediante el abrazo. Ese abrazo tan natural y tan necesario.

Jack te llega al alma. Su manera inocente de concebir el mundo. Su naturalidad para adaptarse. Me emocionó especialmente cómo concibe que los alienígenas devuelvan a su madre. Y como, durante toda la película, su monólogo interior nos presenta cómo concibe el mundo. Entiendes que el mundo de Jack es su madre. Hay un momento en la peli en el que Joy le dice que es mala madre y Jack le contesta «pero eres má». Y así es para Jack y para la gran mayoría de los niños -por no decir todos-.

Como colofón, la importancia de decir adiós.

No quiero ahondar en este último punto para no destriparte la peli pero fue lo que me hizo pensar en su estructura, en que no podía tener un final mejor.

Te dejo con el trailer deseándote un feliz fin de semana o unas felices vacaciones (táchese donde corresponda)

P.s. Mejor en V.O.S. 😉

P.s.(2) Cuento desde el pasado martes con 43 primaveras y si bien fue un día normal, los que me rodean lo hicieron muy bonito. Me gustó especialmente el tono de mis padres cuando hablé con ellos por teléfono. Las intenciones de Diego de hacerme un dibujo. El alboroto de Diego, Martín y Bruno para ayudarme a abrir los regalos. El esfuerzo, muy apreciado, de Antonio por llegar a tiempo. Invitar a mi padre a una caña en un bar, solos los dos. Las atenciones de gente que conozco y que no conozco. A todos. Gracias.

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