Niños, vacaciones, viaje, Viaje

Londres con niños. Marzo de 2016

Hola a todos. ¿Qué tal vuestra Semana Santa? ¿Habéis salido? ¿Os habéis quedado en casa? Sea lo que sea, seguro que os ha venido bien el paréntesis.

Nosotros nos fuimos de viaje. Tanto antes de irnos como después de volver me han dicho varias veces esta frase: «qué valientes». ¿Y dónde hemos estado? 

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Londres ha sido el destino elegido. De hecho, fue el destino elegido allá por agosto. Recibí uno de tantos correos donde indican LA OFERTA. Recuerdo que pensé «venga, voy a picar» y busqué una fecha que no dependería de los viajes de Antonio: Semana Santa. Para mi sorpresa, los cinco billetes de avión no superaban -por poco- los 500 € así que decidimos liarnos la manta a la cabeza.

Los peques no eran muy conscientes de la aventura. Nos ha ayudado mucho el último disco de Rolf y Flor. Antes del viaje me empapé de información en el foro de los viajeros así como en diversos blogs de papis viajeros. También busqué menús de sitios. Mandé correos y vi con grata sorpresa cómo me respondían y me enviaban menús con detalle sobre los alérgenos.

En cuanto al alojamiento nos quedamos en un apartamento cerca de Tower Bridge. En Bermondsey. Muy bien comunicado tanto en metro (estación Bermondsey) como en autobús. El apartamento tenía cocina-salón, dos habitaciones y dos baños. Para nosotros perfecto.

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Voy a contarte cómo ha sido nuestra semana en Londres.

Día 1: Madrid-Londres Gatwick

Nuestro vuelo salía muy temprano: a las 8:45 así que el madrugón era importante. Diego, Martín y Bruno se levantaron de muy buen humor y un tanto nerviosos ante la idea del viaje, el avión, etc. Llegamos al aeropuerto y tras pasar por los arcos de seguridad fuimos en busca de nuestra puerta de embarque. ¿Y qué pasó? Pues que los controladores de Francia estaban en huelga y despegamos dos horas tarde. Habríamos buscado la zona de juegos de la T4 (al lado del McDonald’s) pero para volar a Londres hay que pasar otro control más y nos dio pereza. Había una minizona de juego y allí nos quedamos.

El vuelo lo hicieron bien. Formalitos en su asiento. Y cuando llegamos a Gatwick y cogimos nuestra maleta lo primero que hicimos fue comprar dos Oyster Card  válidas para una semana y para las zonas 1 y 2. Antonio las cargó con 30£ cada una. Los niños no pagan transporte de 0 a 11 años.

Cogimos el tren (Ojo: hay que comprar billete. Aquí no sirve la Oyster. Nosotros compramos un billete de ida y vuelta) que nos llevó a la estación de Victoria y allí el metro hasta Bermondsey. En Victoria conseguir entrar en el metro fue una locura. Especialmente vigilar a los niños que se colaban entre la gente y controlar las maletas. Un caos que iba acumulándose en el cansancio de los peques. Cuando salimos del metro buscamos nuestro apartamento. Gracias al móvil de Antonio y San Google.

Después de ver el apartamento y pagar la fianza correspondiente Antonio hirvió pasta (llevé nuestra propia pasta debido a las alergias de Bruno) mientras yo hacía una minicompra en un súper que vimos camino del apartamento.

Comimos y después quedamos con Rober -del que ya te he hablado-. QUÉ ILUSIÓN ME/NOS HIZO VERLE! que con mucha paciencia (los peques empezaban a estar ya atacados) nos llevó a nuestro primer pub. Habíamos quedado en la estación de London Bridge y nos llevó paseando por la zona del puente desde donde vimos nuestras primeras vistas. Nuevos edificios que no conocíamos. Los peques estaban nerviosos. Mucho. Del Bridge nos fuimos andando hasta el barco del Pirata Drake.

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Nicholson’s. Old Thameside Inn. Golden Hinds

 

Londres está dividido en los barrios que ves en nuestro plano de abajo. Nos resultó muy útil para ver qué visitar durante nuestros días allí.

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DÍA 2: Museo de Historia Natural-Victoria and Albert.

He de decir que no metíamos prisa por las mañanas. Nos levantábamos cuando los peques pedían el desayuno. Desayunábamos, nos duchábamos y arreglábamos para salir. No íbamos con el cronómetro puesto. Para bien y para mal. Pero eso son vacaciones. Y como tal, le vas cogiendo el tranquillo cuando ya te toca volver.

El primer día lo dedicamos a ver el Museo de Historia Natural. De cita obligada tanto si vas con o sin niños. A Diego se lo vendimos muy bien: tiene dinosaurios, el edificio es como el cole de Harry Potter… dio igual. En su cabeza sólo sonaba la palabra «museo». La parada más cercana es South Kensington Station. Allí das a una plaza con mucho tráfico y muy bulliciosa. Era ya mediodía y decidimos comer algo antes de entrar en el museo. Comimos en un sitio llamado Leon.  Como era relativamente temprano, encontramos sitio. Es un restaurante de comida rápida que incluye en sus menús gran variedad de ensaladas. Bruno pudo comer sin problema. Del restaurante nos fuimos al Museo. Si has estado conocerás sus dimensiones. Para alegría nuestra, no habían quitado el esqueleto del enorme dinosaurio del vestíbulo. Allí seguía Dippy (que así se llama y es toda una institución). El Museo de Historia Natural es enorme; divide sus zonas por colores: azul, rojo y verde. Nosotros no llegamos a terminar la zona azul. Tampoco llevábamos intención de hacerlo. Vimos la parte de los dinosaurios y parte de los mamíferos. De los dinosaurios les gustó mucho la reproducción de un T-Rex que se movía. Y en la zona de los mamíferos les gustó una báscula que te pesaba y te decía cuántos como tú necesitabas para pesar tanto como (y ahí tenías que elegir un animal: un elefante, una jirafa, etc.) Si quieres consultar  el mapa, puedes hacerlo en su página web o aquí abajo:

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Para que te hagas una idea, nosotros vimos la parte azul. Decidimos plantarnos ahí porque Diego, Martín y Bruno empezaban ya a estar cansados.

Salimos del Museo previo paso por la gift shop con intención de ir un rato a Hyde Park pero la ley de Murphy hizo que cuando doblamos la esquina con intención de ir al parque Bruno dijera que tenía ganas de hacer pis. Tarde para volver al Museo y lejos aún de Hyde Park (recuerda que nos movíamos a paso de niño). No; no había ni un bar cerca. Antonio entonces señaló otro Museo: el Victoria and Albert Museum y decidimos entrar. Una vez dentro empezamos a buscar el aseo. Entramos en una galería repleta de esculturas. El edificio y la galería me resultaron impresionantes, así que no me di mucha prisa en encontrar el toilet. Una vez que los tres pequeños hicieron pipí decidimos volver hacia la puerta. Despacito. Para ver más de la exposición. Entonces apareció como un oasis y patio con un miniestanque así que decidimos tomar un refresco y algo de comer y descansar un rato. Los peques disfrutaron persiguiendo un par de patos y Antonio y yo del lugar: precioso museo, patio y cafetería. Fue toda una sorpresa, la verdad.

Cuando salimos era ya tarde. Podríamos haber ido a Hyde Park pero nos parecía un poco apurado así que decidimos en su lugar volver a casa en un double-decker (autobús doble)  y los peques felices por ir en la parte de arriba. ¿Te puedes creer que hemos estado una semana en Londres y no hemos visto Hyde Park?

Día 3: Big Ben, Westminster, Parliament Square, Rainforest Cafe, Hamleys

El día 3 amaneció radiante en Londres. Para ir al Big Ben cogimos el metro en Bermondsey hasta Westminster Station. Cuando salimos del metro ahí estaba él. Mucha gente alrededor sacándole fotos. Los peques se agobiaron un poco tanto por la gente como por el calor. Después de meternos en una marea de gente que nos llevó hasta un semáforo decidimos cruzar. Estuvimos viendo la zona de Parliament Square y de Westminster. Diego, Martín y Bruno correteaban por todos lados y sólo pararon para ver cómo tocaba la gaita un chico cerca de Westminster. Cruzamos a la plaza del Monumento de Churchill y los peques jugaron a corretear rodeando la estatua de Gandhi. Según he leído, no deja de ser paradójico que una estatua de Gandhi esté cerca de una de Churchill cuando éste se refirió a aquél como «fakir semidesnudo». Decidimos echar un último vistazo al Big Ben cerca del monumento pero créeme que los peques casi miraron más las obras que había al lado al monumento que tenían en frente.

Cogimos el autobús 159 que nos llevó cerca de un restaurante cuya reserva hicimos desde Madrid: el Rainforest cafe. Pensábamos que les gustaría a los pequeños por el aspecto del restaurante. La comida no deja de ser comida rápida: menú infantil con pizza, hamburguesa, nuggets. Menú de adulto con sandwiches, hamburguesas… Cada cierto tiempo había «tormenta» en el restaurante. En la parte superior está la tienda y nos costó convencer a los peques de no comprarles nada. ¿De precio? Pues más caro de lo que llevábamos gastando en comida, pero contábamos con ello.

Nos costó negociar con los pequeños, pero al final no compramos nada de la tienda. Les convencimos para ir a otra tienda. La tienda de juguetes que menciona todas las guías: Hamleys. Situada en Regent Street está a 8 minutos del restaurante que para nosotros, a paso de 3 niños cansados y protestando se nos convirtió en más de media hora. Cuando llegamos, no dábamos crédito: había dos empleados enseñando a los que entrábamos en la tienda cómo funcionaban juguetes tipo boomerang. Un buen reclamo. La tienda tiene 6 plantas. Puedes ver desde peluches hasta drones y coches teledirigidos. Como os podéis imaginar los peques se volvieron locos y lo querían todo. Más Martín y Bruno que Diego, pero aun así costó convencerles de nuestro derecho a veto. Vimos toda la tienda y en cada planta te abordaban empleados que te enseñaban el funcionamiento de equis jugete: desde un dron a unas pinturas que funcionan si soplas.  Diego salió con un coche teledirigido y Martín y Bruno con una pistola que distorsiona tu voz y pareces un marciano. Hasta yo caí y me compré este playmobil 😉

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Día 4: London eye, River Cruise, Jubilee Gardens

Este día fue relativamente cómodo porque no nos movimos de la zona del London Eye. Desde el apartamento, el autobús nos llevó directo y en poco tiempo. Una vez allí y antes de entrar los peques se subieron a unos poyetes de piedra y se divirtieron saltando. Habíamos comprado las entradas antes de llegar a Londres. Lo hicimos aquí. Nuestra entrada combinaba el London Eye con el River Cruise. Primero fuimos en barco. El paseo recorre el río desde el Big Ben y el Parlamento hasta el Tower Bridge. La guía que nos tocó me gustó mucho. Nos iba contando todo tipo de curiosidades de los edificio que veíamos o de los puentes por los que pasábamos. Recuerdo que cuando pasamos cerca del edificio llamado Walkie Talkie nos contó que concentraba demasiado los rayos del sol y que incluso tuvieron problemas con un coche por haber destrozado parte de su cafetería y que incluso llegaron a freír un huevo con el calor de su reflejo.

A su paso por el edifico OXO nos contó que, pese a que los edificios tienen prohibido exhibir publicidad en sus fachadas, este edificio se «saltó» dicha prohibición mediante las vidrieras de su torre donde se puede leer claramente OXO.

Durante el trayecto, la guía nos animaba a saludar con la mano a la gente que estaba en los puentes. Cuando llegamos a Tower Bridge nos dijo que si saludábamos y nos respondían tendríamos cinco años de buena suerte. Después nos dijo que no se lo había inventado yo, sino que era una superstición victoriana. Sólo válida para el Tower Bridge.

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Cuando salimos del barco decidimos ir a comer algo. No nos rompimos mucho la cabeza y directamente fuimos al Fish and Chips que hay justo frente al London Eye. Como podrás imaginar, era sitio para turistas. La calidad no muy buena y el éxito del Fish and Chips con Diego y Martín fue nulo. Pero apaciguamos ánimos de los peques.

Continuamos después de la comida y fuimos al London Eye o como Antonio denominó muy acertadamente:»la máquina de hacer dinero». Antes de entrar hay una especie de kiosko donde puedes comprar patatas fritas, chupachups, etc. Avanzas y te sacan una foto  y avanzas y por fin entras. No te das cuentas de que te estás moviendo y esa sensación me gustó. Dentro de las cabinas hay pantallas que te indican los edificios que estás viendo. Las cabinas son muy amplias y los peques aguantaron muy bien, con lo que nos lo pusieron fácil. Llegando al final te sacan, cómo no, otra foto.  ¿Y a la salida? Pues ya sabes: Exit through the giftshop.

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Cerca del London Eye el ambiente es muy agradable. Una gran explanada, el río, chicos haciendo enormes pompas de jabón, un tíovivo… Los peques quisieron montar en él. y después de la noria fuimos para allá. Cuando estábamos dentro de la cabina me fijé que había muy cerca un parque y después de montar en el tíovivo decidimos ir. ¿Su nombre? Jubilee Gardens. Como anécdota te diré que me hicieron una encuesta para saber mi opinión sobre esa zona y el parque. Los parques infantiles de Londres son cerrados. Quiero decir que tienen puerta y al menos los pocos que vi están muy cuidados. Éste concretamente no tenía columpios, sino estructuras de madera para que los peques la recorrieran. Y el suelo era de goma. Antes de entrar me encantó lo que decía el cartel: «Los adultos deben estar acompañados por un niño»

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Día 5: British y LTMuseum

Este fue el único día que llovió de toda la semana. Aunque en un principio no nos habíamos planteado ir al British, hablamos de la posibilidad de ir y ver solamente la parte egipcia. ¿Y por qué? Diego ha visto este año en el primer trimestre Egipto: las pirámides, los faraones, los escribas, los jeroglíficos, etc. Me parecía una ocasión única para enseñarle a él y sus hermanos las momias, las esculturas, la piedra Rosetta. De camino al museo les expliqué en qué consistía dicha piedra y lo cierto es que sí se quedaron mirándola un buen rato.

Cuando estuve por primera vez en el British me emocioné al ver la piedra Rosetta, la leona herida y el estandarte de Ur. Ahora, mucho tiempo después, pienso en la enorme suerte que han tenido los pequeños al poder haber visto la piedra Rosetta, la leona herida y una buena cuenta de arte asirio.

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¿Y Martín y Bruno como llevaron el museo? Pues Bruno con gran decepción porque las momias no se movían. Aunque les gustó mucho descubrir unos esqueletos.

Cuando salimos del museo buscamos un sitio para comer. Como el día anterior, no nos rompimos mucho la cabeza. Habíamos visto un restaurante italiano cerca del museo y pregunté por los ingredientes de las pizzas. Era apto para Bruno y comimos allí. ¿El sitio? Amarcord. Y lo cierto es que me gustó. Nos atendió una chica española muy agradable. A nuestro lado, una mesa con 4 españoles. Cuando nos marchamos les dije «Ya podéis descansar» y ellos muy amables nos dijeron que ya habían pasado por donde nosotros, que lo disfrutáramos. Sus hijos ya tenían 30 años. Aun así, les dije que se quedaran en el restaurante cinco minutos disfrutando del café tranquilamente.

Cuando salimos del restaurante seguía lloviendo, así que miramos qué podíamos hacer con los peques. Se nos había ocurrido ir a Covent Garden y vimos que cerca había otro museo: El London Transport Museum así que decidimos ir, no me preguntes por qué pero a Antonio le pareció que podía estar interesante y lo cierto es que la visita fue genial. Ojo: este museo SÍ es de pago. Pagan los adultos: 17£ cada uno. En la entrada toman tus datos y te dan una entrada personalizada. ¿Y por qué? Pues porque esa entrada te vale para todo el año. ¿Los niños? Los niños no pagan. En la entrada les dan un papel con una serie de números. A lo largo de la visita se encontrarán unos puestos donde tendrán que introducir ese papel y apretar una palanca. La palanca troquelará el número correspondiente.

La visita comienza en un ascensor. Dentro, el diplay empieza a contar hacia atrás muy rápidamente y se detiene en 1800. Las puertas se abren y apareces en el Londres de ese año. Entonces ves la evolución del transporte de la ciudad así como el crecimiento de la población. Los primeros carruajes, tranvías tirados por caballos, el transporte por el río. Un poco de historia, etc.

El museo es ideal para los niños porque es interactivo: pueden toquetear botones, ver un tren que se va moviendo, entrar en un vagón, y oh sorpresa: ponerte una gorra y entrar en la cabina de un autobús para hacer que lo conduces: dar a los intermitentes, a los botones de abrir puertas… Puedes limpiar la estación, ser personal de mantenimiento, etc. Hay todo tipo de profesiones que los peques pueden aprender relacionadas con el transporte.

Avanzando en nuestra visita vimos cómo el transporte evoluciona también. Nos encontramos otra zona infantil donde los peques podían jugar en un barco, un taxi y un autobús y saltar de uno a otro y disfrazarse con gorras de conductor o chalecos reflectantes. Lo disfrutaron muchísimo. Tanto, que nos costó sacarles de aquí. Pero lo conseguimos porque encontramos otra zona muy atractiva: un simulador de conducir un metro: hay que dar a una palanca y en una pantalla ves el túnel que ve el conductor. Ojo, porque no se te pueden pasar las estaciones.

Como digo, este museo fue toda una sorpresa que disfrutamos todos. Una genial alternativa a la lluvia. El museo cierra pronto. Nos echaron sin poder terminar de verlo todo. No por su magnitud, sino por que los peques se entretenían con las zonas especialmente diseñadas para ellos. Pero no nos importó. Al fin y al cabo cumplimos nuestro objetivo. El museo además te ofrece muchas actividades en papel: puedes crear tu propia tarjeta oyster, o tu propio autobús!

Cuando salimos del museo había dejado de llover. Fuimos a Covent Garden y había músicos. Nos quedamos viéndolos un rato y nos marchamos a cenar a casa.

Día 6: Desde Tate Modern hasta Tower Bridge

Este día amaneció soleado. Y pensábamos que sería un día tranquilo y sencillo: sin visitas. Sólo andar. Se nos olvida a veces que vamos con niños. Con niños cansados. Pese a todo, respondieron increíblemente bien.

Al salir de casa fuimos hasta la Tate Modern en bus. No teníamos intención de ver el museo. Simplemente de subir y ver las vistas desde su terraza. También podrían corretear por la enorme explanada de cemento.

No fue sencillo. Los peques estaban cansados antes de empezar. No subimos arriba del todo, sino que nos quedamos en la primera terraza. Había un cartel con un dibujo de novios y hueco para meter las cabezas y los peques se lo pasaron bien haciendo combinaciones: ahora Diego es el novio, ahora mamá. Mamá el novio y Martín la novia, etc. Hasta les dejamos el móvil para que nos sacaran una foto:

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Lo que más les apetecía era estar en la calle. Fuera del museo y durante todo el paseo hay muchísimo ambiente: músicos, un mago, unos chicos haciendo pompas de jabón gigantes… Decidimos comer allí. En la entrada del museo. Mientras Antonio iba a comprar algo de comida, los peques y yo nos quedamos en la entrada del museo. Diego vio como un niño y su padre jugaban a la pelota y entonces me preguntó cómo decirles en inglés si podía jugar con ellos.  Ensayó hasta que por fin le salió la frase:»Can I play with you?» y con ellos se fue. Les preguntó y jugaron los tres un buen rato hasta que se marcharon. La cafetería de la Modern Tate tiene unas bandejas de comida para niños que incluyen dos mini-mini-sandwiches, fruta, zanahoria, y un brownie. Comimos cuando en la entrada del museo y seguimos andando. Vimos el teatro de Shakespeare, The Globe, ¿pero cómo explicar a los niños la importancia de ese edificio?

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Continuamos nuestro paseo y quedamos con Roberto donde iniciamos casi nuestra aventura: en el Golden Hinde, cerca de London Bridge. Había mucha, muchísima gente. Pasamos por el Cotton Centre y volvimos a salir al paseo por el río. Pasamos por el HMS Belfast (un buque de guerra que se puede visitar). Seguimos andando y llegamos al Ayuntamiento. Es curioso porque la penúltima vez que estuve en Londres el Ayuntamiento me pareció enorme: no había nada alrededor y el edificio me pareció gigante. Ahora, lo vi más bien pequeño. Cuestión de perspectiva. Justo en la explanada frente al ayuntamiento hay una maqueta de metal y Diego fue reconociendo los edificios que le íbamos preguntando. Fin de trayecto: Potters Fields Park; desde donde puedes disfrutar de las vistas del Tower Bridge. Cuando estábamos allí vimos cómo el puente se abría para dejar pasar un barco. Llamamos a los peques y se lo contamos y ellos nos escucharon y siguieron jugando.

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Desde allí decidimos ir a tomar algo. Fuimos a The Pommelers Rest  y allí los chiquitines agradecieron comer sentados y caliente un enoooorme perrito caliente. Juntamos fuerzas y nos marchamos al apartamento con la compañía de Rober. Y sí, fuimos andando.

Ya en casa Diego Martín y Bruno escribieron una postal a sus respectivas clases y además Diego escribió a unos cuantos amigos. Antonio y yo recogimos y organizamos la salida de la mañana siguiente para volver a Madrid.

Día 7: Gatwick-Madrid

Habíamos leído que no podríamos coger el tren en Victoria para ir a Gatwick, pero que nuestro billete sería válido desde London Bridge Station. Tuvimos suerte porque el viaje fue bastante más rápido. En el aeropuerto, pasado el control de seguridad, esperamos relativamente poco y el viaje en avión fue cómodo. Sacando fotos, haciendo caras, planes de ver a gente que echábamos de menos, etc.

Hay una cosa que me encanta de la vuelta de los viajes y es ver cómo Diego, Martín y Bruno se reencuentran con sus cosas.

Y se habrán enterado los peques del viaje a Londres?

Yo creo que sí.

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Si me preguntas una canción sobre este viaje te diré que me viene a la mente Mad world. La escuchábamos en la tv y es que la utilizaban como música de un anuncio.

 

 

Feliz semana

 

10 comentarios en “Londres con niños. Marzo de 2016”

    1. Muchas gracias! Pues si te puede servir me alegro. Cuánto tiempo tiene tu peque? Otros destinos recomendables son Toscana, la zona de Sintra y la zona de la Selva Negra. Te sigo a ti también. Qué buen habernos encontrado ^^

  1. Madre mia tu eres como yo, que cuando viajo vuelvo con 10 post a todo color y con toda la información. Que completo!!!! Te felicito por tu excelente trabajo , lo tendré en cuenta si voy a Londres 😉

  2. Ha sido muy bonito leer sobre este viaje, y de paso rememorar mi viaje a Londres también. Este itinerario con niños pienso que no se les va a olvidar. Tuvisteis muy bien tiempo casi toda la semana, eso ayuda mucho a poder pasear, caminar para ir a los lugares que uno desea que los niños conozcan. Durante mi estancia llovió mucho más que aquí. Gracias por compartir! Y feliz día. 😊❤

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