Anoche quedé con dos amigas: Claudia y Patricia.
Surgió la cita hace un par de semanas. Íbamos a ver a otra amiga común que está a punto de ser mamá. El plan era cenar con ella y «espoilearle» el parto y darle un regalo para la nena que espera. Finalmente la futura mamá no pudo quedar, pero nosotras decidimos seguir adelante con nuestro plan. Cada vez es más difícil concretar agendas así que para una vez que se alinean los astros, no íbamos a dejar pasar la oportunidad.
Cogí el metro en Legazpi y fui de observadora. Casi como una guiri. ¡En el metro a estas horas para ir al centro! Casi se me había olvidado. Me bajé en Callao y en nada de tiempo estaba en un bar requeteagradable con una caña requeteagradable y con unas amigas requeteagradables.
Claudia y Patricia no llevan en mi vida desde el principio de los tiempos. Las conozco de hace 7 años y sí… no son compañeras de trabajo, que también.
Empezamos la noche hablando de nuestras cosas en la ofi: haciendo trajes. Un rato divertido, unas risas y a organizar el micromundo de la ofi.
Poco a poco fuimos cambiando de tema. A veces más serias, a veces más divertidas.
Esta mañana reflexionaba (reflexión de atasco de tráfico a las 7.30 de la mañana) sobre lo fácil que resulta con algunas personas. Lo fácil que me resulta HABLAR con ellas concretamente.
Patricia nos comentó que hace unos días, en un viaje por Murcia, pasó por delante de unas casas donde pasó un verano con sus padres y su hermana. Sintió un ataque de nostalgia, agarró el móvil y creó un grupo en whatsapp para decirles que los quería.
Yo he sentido el mismo impulso, pero he preferido decirlo mediante este post.
Os quiero, chicas!
Gracias
Por cierto: el nombre del post es porque cenamos en Lamucca
OS QUIERO!