Hace unos días, en el parque, Diego se enfadó con su abuelo y le dijo muy enfurruñado «ya no te quiero». Me enfadé con él y al cabo de un rato, cuando estábamos volviendo a casa en el coche y estábamos más tranquilos los dos le dije que eso no se dice y que no quería volver a oírle decir eso. Al segundo me arrepentí. Y es que es inevitable que al menos una vez en la vida alguien se lo diga a él y por su parte él rompa el corazón de alguien.
No he vuelto a decírselo.
Hice el ejercicio de pensar qué pasaría si el «eso no se dice» fuera a una persona adulta. Y es que no es verdad. Eso sí se dice… si es lo que sientes. Por eso veo que es inevitable que algún día lo diga o lo escuche y pase como en el capítulo de los Simpson donde Bart es capaz de detener el vídeo en el fotograma exacto donde Lisa le parte el corazón a Ralph.
No he vuelto a decírselo.
Y él sí volvió a decírselo a mi padre. Pero yo en lugar de decirle que «eso no se dice» le dije que el abuelo se pone triste cuando lo escucha. Diego me contestó con un «si sí le quiero!» (le faltó decir, por su tono, que parecía tonta).
Y Diego ha dejado de decirlo