A los que me conocéis: ¿no pensaríais la semana pasada que todo lo que hablaría de nuestro viaje a San Sebastián sería tan poco?. No. San Sebastián se merece más líneas. Por mi parte al menos.
La casa de mi tía Isabel estaba en el barrio Gurutze. Cerca del Seminario. Cerca de Aiete. Tenía dos balcones. La habitación donde yo dormía daba a un balcón desde donde veía la huerta de un vecino. La cocina daba a otro balcón desde donde se veía el monte. Verde que te quiero verde.
Había unos columpios que me gustaban mucho. Allí aprendí que al tobogán lo llaman txirristra.
En la maleta: siempre chaquetas. Muchos días, al abrir el ojo y ver cómo había amanecido, pensaba que no habría playa hasta que mi tía decía que en unas horas saldría el sol y no fallaba.
En casa de mi tía se comía estupendamente bien. las judías verdes eran vainas y la mantequilla era de marca Natacha. ¿Cómo una persona tan flaca podía desayunar media barra de pan con mantequilla?. Mi tío, cuando poníamos la mesa, me iba diciendo lo que faltaba en euskera. Recuerdo un garaje lleno de sacos de anillas, cadenas, y objetos para hacer llaveros.
Mis tíos Isabel y Pepe tenían dos hijas: Maribel y Mariló y todos los veranos me hacían un hueco. Mariló trabajaba. Maribel daba clases de euskera a un niño que, si la memoria no me falla, se llamaba Joseba. Muchas, muchas, muchas tardes Maribel y su entonces novio José Martín me llevaban con ellos: a Igueldo, al antiguo, al centro, al cine, al río, a las ferias, al fútbol. Sí, sí: me vestían de azul y blanco y me llevaban a ver jugar a la Real Sociedad a Atocha.
Aquí vi los Goonies, La Selva Esmeralda y conocí a Indiana Jones. Aquí disfruté de la Semana Grande, de las tómbolas, y probé por primera vez un gofre.
Muchas tardes acompañaba a mis tíos a Aiete. Precioso lugar donde se reunían con amigos y jugaban a las cartas. Yo me perdía por sus jardines imaginando historias en esos caminos que conducían a una cueva y una cascada.
Por las noches descubrí los libros de Agatha Christie. Mis primas siempre tenían algo que leer. De ellas aún conservo un libro llamado «Un jardín para Maura». También recuerdo otro libro llamado «Muchachas en Jet»; ¿cómo diablos recuerdo esos detalles?
Recuerdo haber visto unas fotos de Maribel y José Martín después de un viaje a Coimbra y pensar que algún día iría a ese sitio. Preguntar a Maribel dónde se veía en unos años y obtener por respuesta «casada con ese idiota». Ir a su boda, verla embarazada, saber de la llegada de Unai, conocerlo tiempo después. Saber de la llegada de Asier. Saber también de Mariló. De la llegada de Mirari (a quien conocí este año).
Como todo en mi vida, guardo la banda sonora reflejada en mis viajes a San Sebastián: imagino que en las excursiones en el R5 de José Martín estaría Sabina. Recuerdo haber visto un verano un vídeo de una canción que me gustó de un grupo que conocería a fondo años después: Burning down the house de Talking Heads. Sentirme poderosa con mi walkman y una cinta de Miguel Bosé. Gastar mi paga en en la tienda Frudisk: estaba entre el Tracy Chapman y el Nothing like the Sun de Sting; al final me decanté por el segundo porque el primero lo tenía Miguel Ángel y me lo podía grabar.
Después las estancias en Donosti fueron más cortas, viajes esporádicos donde recuperar parte de estos sentimientos, de estos recuerdos. Con Antonio, sin niños, con Diego, con Martín y Bruno.
Este último viaje del pasado diciembre ha sido más que bonito. Vi a mi tía, que conoció a Martín y Bruno; a mis primas, a José Martín; disfruté del centro, del entorno, la comida, la gente.
Me hacía especial ilusión llevar a los peques a algunos de mis rincones favoritos, subir al funicular, pasear por Aiete…
El día de la vuelta, en lugar de salir para Madrid justo después del desayuno, decidimos ir a ver de cerca el mar. Me quedo con ese sol de diciembre y los peques jugando con palos en la arena. Y con Antonio diciendo que había sido una buena idea.
No ha sido posible hacerlo todo. Excusa perfecta para volver.
De aquel disco de Sting que compré te voy a recomendar Sister Moon, en cuyas letras aparece Nothing like the sun, que da nombre al disco. Este nombre hace referencia a un precioso soneto de Shakespeare que también te pongo a continuación. Feliz fin de semana
Sister Moon will be my guide
In your blue blue shadows I would hide
All good people asleep tonight
I’m all by myself in your silver light
I would gaze at your face the whole night through
I’d go out of my mind, but for you
Lying in a mother’s arms
The primal root of a woman’s charms
I’m a stranger to the sun
My eyes are too weak
How cold is a heart
When it’s warmth that he seeks?
You watch every night, you don’t care what I do
I’d go out of my mind, but for you
I’d go out of my mind, but for you
My mistress’ eyes are nothing like the sun
My hunger for her explains everything I’ve done
To howl at the moon the whole night through
And they really don’t care if I do
I’d go out of my mind, but for you
Sister Moon
Fuente: Sting.com
Soneto 130:
My mistress’ eyes are nothing like the sun;
Coral is far more red than her lips’ red;
If snow be white, why then her breasts are dun;
If hairs be wires, black wires grow on her head.
I have seen roses damasked, red and white,
But no such roses see I in her cheeks;
And in some perfumes is there more delight
Than in the breath that from my mistress reeks.
I love to hear her speak, yet well I know
That music hath a far more pleasing sound;
I grant I never saw a goddess go;
My mistress when she walks treads on the ground.
And yet, by heaven, I think my love as rare
As any she belied with false compare.